Tras la sorpresiva muerte de Hegel en 1831, las disputas entre sus seguidores (que terminarían identificándose como hegelianos de derecha y de izquierda) convirtieron a la filosofía hegeliana en un asunto incierto y peligroso para la universidad que patrocinaba el Estado prusiano. Por otro lado, diez años habían bastado para que la filosofía del espíritu absoluto cayese en todo tipo de descréditos; entre ellos, la acusación de panteísmo. Por esa razón, el rey Federico Guillermo IV llamó a Schelling para ocupar la cátedra de Hegel en Berlín, de modo que pudiese corregir los errores panteístas del ex-rector. Ya anciano, Schelling dictó durante cinco años, entre 1841 y 1845, lecciones sobre filosofía de la mitología y de la religión, en las cuales integró las críticas a Hegel. Entre sus alumnos de esos años destacarían después Mijaíl Bakunin y Friedrich Engels, pero también Søren Kierkegaard, que había llegado de Dinamarca expresamente para asistir a las lecciones sobre filosofía de la revelación del semestre de invierno de 1841-42.
La popularidad de Schelling era enorme en toda Europa, por lo que su reaparición en Berlín fue sin lugar a dudas el acontecimiento intelectual de ese invierno. Así lo consignó el propio Kierkegaard en una carta: "Schelling ha comenzado, pero en medio de un ruido y bullicio tales, de silbidos y golpes en las ventanas por aquellos que no caben por la puerta en una sala de conferencias tan hacinada, que uno está casi tentado a renunciar a escucharle" (Kierkegaard, S., Letters and Documents, Princeton: Princeton University Press, 1978, pp. 97-98). La crítica central a Hegel se desplegó en la introducción de las primeras semanas (noviembre y diciembre de 1841). Kierkegaard sintió total empatía con la misma: "Ahora he puesto toda mi esperanza en Schelling", escribió, elogiando su concepto de actualidad o realidad.
El pensamiento de Schelling había pasado por varias etapas: una primera, bajo el influjo de Fichte, puede hallarse en su Del Yo como principio de la filosofía o Sobre lo incondicionado en el saber humano (1795). En los cuatro años siguientes desarrolla una filosofía de la naturaleza -criticada por Schopenhauer como spinozismo- que correspondería a una etapa intermedia, entre la juventud y la madurez que alcanza finalmente con su Sistema del idealismo trascendental (1800), obra en la que integra la naturaleza al idealismo subjetivo. Schelling pretendía allí una construcción completa del Yo, de la autoconciencia, concluyendo así en una verdadera filosofía fichteana; pero Fichte no estuvo de acuerdo con su solución trascendental y se produjo entonces la ruptura entre ambos. En los años siguientes, Schelling se concentró en la cuestión de la identidad, abordada en su Bruno o sobre el principio divino y natural de las cosas. Un diálogo (1802), hasta que en torno a 1809, año en que muere su esposa Caroline, va asumiendo una posición crítica frente al idealismo, ocupándose del problema de la libertad. Varios filósofos -Heidegger entre ellos- han considerado que Schelling elaboró en esta etapa su obra más significativa, sus Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados (1809). Desde entonces estuvo más abierto a asuntos filosófico-teológicos que irían madurando, teniendo en el medio las tres versiones de la enigmática e inacabada Las edades del mundo (1811-1815), hasta la época de su breve enseñanza en Berlín, en la que resulta central su distinción entre filosofía positiva y negativa.
Para Schelling, desde la crítica de Aristóteles a Platón se hace evidente que "entre la necesidad lógica y la realidad efectiva existe un abismo insalvable" (S 101)*. El pensamiento aborda lo posible, las estructuras lógicamente necesarias del ser, pero no puede alcanzar la actualidad (realidad) del ser mismo: "todo lo referente a la existencia es más de lo que se puede conocer a partir de la mera naturaleza y, por lo tanto, con la pura razón. Con la pura razón yo no puedo, como ya lo he dicho, reconocer siquiera la existencia de una planta (...). La razón puede reconocer por sí misma, bajo determinadas condiciones, la naturaleza de esta planta, pero jamás su ser real, actual y presente" (S 172). Hegel estaba para Schelling del lado representacionalista del puro pensamiento, que es "mera abstracción y nada real" (S 173); su filosofía es en ese sentido "mera lógica" (S 84). Schelling se sentía además autorizado a denunciarlo porque él mismo había pasado por ello con su filosofía de la identidad, aunque con la diferencia sutil pero decisiva de que él no se había pronunciado sobre la existencia, sino que se había mantenido deliberadamente en el puro pensamiento, que es el ámbito de la posibilidad, dentro de lo que sería una filosofía puramente negativa, mientras que Hegel sí habría pretendido que su filosofía implicase la realidad del ser en cuanto tal. Ante los ojos de Schelling, la filosofía de Hegel es una filosofía negativa que cree ser filosofía positiva, pero sin llegar a serlo en realidad. El error se produce por no advertir las prerrogativas de cada filosofía y pretender alcanzar con una filosofía negativa lo que sólo es posible con la positiva: "...en esto estriba el motivo de la confusión y del estado desajustado y salvaje en que se ha caído, al pretender representar a Dios como comprendido en un proceso necesario, con la consecuencia además de que, visto que no se lograba salir adelante, se encontró refugio en un ateísmo cínico" (S 80). Decía Schelling de la filosofía hegeliana:
En suma, el valor de los apuntes de Kierkegaard de las lecciones de Schelling, cuantiosos en un inicio y poco a poco cada vez más reducidos por su progresiva decepción, es doble: por un lado, en el contraste y la semejanza entre Hegel y Schelling, permiten comprender mejor la distancia de Kierkegaard con el idealismo alemán (lo que no contradice su uso de conceptos y esquemas tanto de Schelling como de Hegel), así como el carácter que tendrán para él la angustia, la libertad y la experiencia religiosa centrada en el amor; y, por otro lado, los apuntes permiten que el lector actual de Schelling* pueda servirse de ellos para someter a crítica su filosofía positiva en un tiempo como el nuestro, que no ha dejado de ser marcadamente existencial. La Introducción de estos apuntes (titulada: "Schelling y Kierkegaard: la génesis de la angustia contemporánea"), a cargo de Fernando Pérez-Borbujo, Francesc Torralba y Jacobo Zabalo, ofrece una explicación general sobre: 1. La distinción entre filosofía positiva y negativa, la creación, el pecado y la caída, la mitología y los misterios dionisíacos según Schelling; 2. Las obras de Kierkegaard que habrían sido influidas por estas lecciones, a saber: Temor y temblor (1843), La repetición (1843) y El concepto de la angustia (1844); y 3. La probable recepción de Schelling en Kierkegaard, especialmente en relación con la existencia y el problema del mal.
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* En adelante se cita como S, seguida de la paginación alemana, la Introducción a la Filosofía de la Revelación de Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, correspondiente al volumen XIII de la edición de sus obras que hiciera su hijo. Existe traducción al castellano por Juan Cruz Cruz, publicada en los Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria Nº 51, disponible en la Web con algunas correcciones hechas por el mismo traductor pero con algunos errores en las palabras en griego. Se recomienda también, del mismo Juan Cruz Cruz, su estudio: Ontología de la razón en el último Schelling.
El pensamiento de Schelling había pasado por varias etapas: una primera, bajo el influjo de Fichte, puede hallarse en su Del Yo como principio de la filosofía o Sobre lo incondicionado en el saber humano (1795). En los cuatro años siguientes desarrolla una filosofía de la naturaleza -criticada por Schopenhauer como spinozismo- que correspondería a una etapa intermedia, entre la juventud y la madurez que alcanza finalmente con su Sistema del idealismo trascendental (1800), obra en la que integra la naturaleza al idealismo subjetivo. Schelling pretendía allí una construcción completa del Yo, de la autoconciencia, concluyendo así en una verdadera filosofía fichteana; pero Fichte no estuvo de acuerdo con su solución trascendental y se produjo entonces la ruptura entre ambos. En los años siguientes, Schelling se concentró en la cuestión de la identidad, abordada en su Bruno o sobre el principio divino y natural de las cosas. Un diálogo (1802), hasta que en torno a 1809, año en que muere su esposa Caroline, va asumiendo una posición crítica frente al idealismo, ocupándose del problema de la libertad. Varios filósofos -Heidegger entre ellos- han considerado que Schelling elaboró en esta etapa su obra más significativa, sus Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana y los objetos con ella relacionados (1809). Desde entonces estuvo más abierto a asuntos filosófico-teológicos que irían madurando, teniendo en el medio las tres versiones de la enigmática e inacabada Las edades del mundo (1811-1815), hasta la época de su breve enseñanza en Berlín, en la que resulta central su distinción entre filosofía positiva y negativa.
Para Schelling, desde la crítica de Aristóteles a Platón se hace evidente que "entre la necesidad lógica y la realidad efectiva existe un abismo insalvable" (S 101)*. El pensamiento aborda lo posible, las estructuras lógicamente necesarias del ser, pero no puede alcanzar la actualidad (realidad) del ser mismo: "todo lo referente a la existencia es más de lo que se puede conocer a partir de la mera naturaleza y, por lo tanto, con la pura razón. Con la pura razón yo no puedo, como ya lo he dicho, reconocer siquiera la existencia de una planta (...). La razón puede reconocer por sí misma, bajo determinadas condiciones, la naturaleza de esta planta, pero jamás su ser real, actual y presente" (S 172). Hegel estaba para Schelling del lado representacionalista del puro pensamiento, que es "mera abstracción y nada real" (S 173); su filosofía es en ese sentido "mera lógica" (S 84). Schelling se sentía además autorizado a denunciarlo porque él mismo había pasado por ello con su filosofía de la identidad, aunque con la diferencia sutil pero decisiva de que él no se había pronunciado sobre la existencia, sino que se había mantenido deliberadamente en el puro pensamiento, que es el ámbito de la posibilidad, dentro de lo que sería una filosofía puramente negativa, mientras que Hegel sí habría pretendido que su filosofía implicase la realidad del ser en cuanto tal. Ante los ojos de Schelling, la filosofía de Hegel es una filosofía negativa que cree ser filosofía positiva, pero sin llegar a serlo en realidad. El error se produce por no advertir las prerrogativas de cada filosofía y pretender alcanzar con una filosofía negativa lo que sólo es posible con la positiva: "...en esto estriba el motivo de la confusión y del estado desajustado y salvaje en que se ha caído, al pretender representar a Dios como comprendido en un proceso necesario, con la consecuencia además de que, visto que no se lograba salir adelante, se encontró refugio en un ateísmo cínico" (S 80). Decía Schelling de la filosofía hegeliana:
A tal filosofía no puedo yo hacerle tanto honor; no puedo aceptarla como la Filosofía negativa; su error fundamental más bien consiste en el hecho de que pretende ser positiva. (...) es la filosofía negativa que desborda sus propios límites (...). La gran frase repetida por los discípulos era: el conocimiento pleno y real de la existencia de Dios que Kant había negado a la razón humana se garantiza por medio de la filosofía hegeliana (...). Tal filosofía que se infla a sí misma como positiva, mientras que, según su fundamento radical, sólo puede ser negativa, es la que he combatido (...) y continuaré haciéndolo mientras sea necesario (S 80-81).Y sin embargo, para Schelling sí es posible una filosofía positiva, excluyente pero no separada de la negativa, que hable de lo actual, de lo real, de lo presente; es decir, que sí pueda referirse al ser y no meramente al pensamiento. De allí la importancia que tiene la revelación, que es la fuente de esa filosofía positiva, pero de todos modos Schelling finalmente apostaba por la filosofía, por el derecho auténtico de la razón, por lo que Kierkegaard se marchará de Berlín afirmando: "Soy demasiado viejo para asistir a lecciones, al igual que Schelling es demasiado viejo para darlas. Toda su doctrina de las potencias traiciona el más alto grado de impotencia" (Letters and Documents, p. 141). Schelling había prometido superar a Hegel retomando la existencia, pero su mediación entre existencia y esencia era para Kierkegaard una recaída en la esencia; es decir, en lo que Schelling había diagnosticado como el error de la filosofía hasta Hegel inclusive. Con todo, habría que observar con detenimiento las formulaciones de Schelling que le habrían interesado a Kierkegaard, por ejemplo a su distinción entre lo pagano y lo cristiano con la distinción que Schelling hace entre mitología y revelación, la primera como proceso necesario limitado en su representación de Dios como voluntad inconsciente, mientras que la segunda como proceso libre que muestra a Dios como voluntad consciente y amorosa.
En suma, el valor de los apuntes de Kierkegaard de las lecciones de Schelling, cuantiosos en un inicio y poco a poco cada vez más reducidos por su progresiva decepción, es doble: por un lado, en el contraste y la semejanza entre Hegel y Schelling, permiten comprender mejor la distancia de Kierkegaard con el idealismo alemán (lo que no contradice su uso de conceptos y esquemas tanto de Schelling como de Hegel), así como el carácter que tendrán para él la angustia, la libertad y la experiencia religiosa centrada en el amor; y, por otro lado, los apuntes permiten que el lector actual de Schelling* pueda servirse de ellos para someter a crítica su filosofía positiva en un tiempo como el nuestro, que no ha dejado de ser marcadamente existencial. La Introducción de estos apuntes (titulada: "Schelling y Kierkegaard: la génesis de la angustia contemporánea"), a cargo de Fernando Pérez-Borbujo, Francesc Torralba y Jacobo Zabalo, ofrece una explicación general sobre: 1. La distinción entre filosofía positiva y negativa, la creación, el pecado y la caída, la mitología y los misterios dionisíacos según Schelling; 2. Las obras de Kierkegaard que habrían sido influidas por estas lecciones, a saber: Temor y temblor (1843), La repetición (1843) y El concepto de la angustia (1844); y 3. La probable recepción de Schelling en Kierkegaard, especialmente en relación con la existencia y el problema del mal.
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* En adelante se cita como S, seguida de la paginación alemana, la Introducción a la Filosofía de la Revelación de Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling, correspondiente al volumen XIII de la edición de sus obras que hiciera su hijo. Existe traducción al castellano por Juan Cruz Cruz, publicada en los Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria Nº 51, disponible en la Web con algunas correcciones hechas por el mismo traductor pero con algunos errores en las palabras en griego. Se recomienda también, del mismo Juan Cruz Cruz, su estudio: Ontología de la razón en el último Schelling.
Título: APUNTES SOBRE LA FILOSOFÍA DE LA REVELACIÓN DE F. W. J. SCHELLING
Autor: SØREN KIERKEGAARD
Formato: 14 x 23 cm.
Páginas: 160
Editorial: Trotta
Ciudad: Madrid
Año: 2014
Traducción: Óscar Parcero Oubiña
Introducción: Fernando Pérez-Borbujo, Francesc Torralba y Jacobo Zabalo
ISBN: 978-84-9879-497-7
Reseña editorial:
En Berlín, entre noviembre de 1841 y febrero de 1842, Søren Kierkegaard asistió a las lecciones sobre la Filosofía de la Revelación impartidas por Friedrich Wilhelm Joseph Schelling. La presente edición recoge los apuntes tomados por el pensador danés, un documento imprescindible para entender la huella de Schelling en el giro que tomará la producción kierkegaardiana hasta El concepto de la angustia (1844).
El viejo Schelling expone su concepto de filosofía positiva: una filosofía de la existencia en la que se orquesta su crítica a la filosofía idealista de G. W. F. Hegel. El ideal-realismo del último Schelling servirá a Kierkegaard de orientación para su propia crítica a la filosofía hegeliana. Se hace así eco de sus temas, como son la importancia concedida por Schelling a la mitología, la necesidad de formular una verdadera filosofía de la historia, el papel de la Revelación y, sobre todo, la radicalidad de la angustia como fenómeno originario del drama de la libertad en cuanto pura posibilidad. En este texto del joven Kierkegaard cabe hallar, por tanto, la génesis de la comprensión contemporánea de la angustia.
El viejo Schelling expone su concepto de filosofía positiva: una filosofía de la existencia en la que se orquesta su crítica a la filosofía idealista de G. W. F. Hegel. El ideal-realismo del último Schelling servirá a Kierkegaard de orientación para su propia crítica a la filosofía hegeliana. Se hace así eco de sus temas, como son la importancia concedida por Schelling a la mitología, la necesidad de formular una verdadera filosofía de la historia, el papel de la Revelación y, sobre todo, la radicalidad de la angustia como fenómeno originario del drama de la libertad en cuanto pura posibilidad. En este texto del joven Kierkegaard cabe hallar, por tanto, la génesis de la comprensión contemporánea de la angustia.
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