Nicolás González Varela es el editor y traductor del Cuaderno Spinoza, escrito de la época berlinesa de Karl Heinrich Marx. En realidad, no es uno sino tres cuadernos en los que el joven Marx recompuso y se apropió del Tratado teológico-político de Baruch Spinoza. El editor ha trabajado sobre la base de todas las ediciones disponibles con el fin de ofrecer en nuestro idioma la versión crítica más completa. Dichas ediciones son la publicación parcial de la Marx-Engels historische-kritische Gesamtausgabe (MEGA), de la década de 1920; la publicación completa en la denominada MEGA 2, de 1976; la versión francesa de 1977 (Cahiers Spinoza) y la versión italiana de 1987 (Quaderno Spinoza).
Aparecido en 1670, en una Holanda liberal y diversa (Descartes se refugió un tiempo en ella) pero convulsionada políticamente por las intrigas de los Orange que querían restaurar su trono con el apoyo de conservadores y calvinistas, el Tratado teológico-político fue escrito por Spinoza como un manifiesto por las libertades individuales, especialmente la de expresión, y con una finalidad bastante concreta: apoyar al debilitado gobierno liberal de Jan de Witt. Aunque basado en el carácter sistemático de su Ética, el TTP era muy cercano también a las teorías políticas de Hobbes y Maquiavelo; pero el polémico fabricante de lentes, excomulgado de la sinagoga catorce años antes, proponía en cambio lo más cercano para su época a un régimen democrático, el cual concebía como necesario para garantizar las libertades y la paz entre los ciudadanos de tan diversas confesiones. Se trataba de una cuidadosamente elaborada ideología para un régimen republicano, liberal e igualitario, que estaría legitimado para someter a toda autoridad eclesiástica, para proteger así tanto a la piedad como a la filosofía, pues ambas no son para Spinoza contrarias entre sí, pero sí radicalmente opuestas -ambas conjuntamente- al absolutismo eclesiástico. Todo ello era suficiente para que incluso Pierre Bayle afirmase, tres décadas después de su publicación, que el TTP era un "libro pernicioso y detestable, en el que logró deslizar todas las semillas del ateísmo, que se ven al descubierto en sus Opera posthuma". De hecho, toda la Ilustración, aunque lo leían y utilizaban para fundar sus críticas contra la religión establecida y contra la monarquía, públicamente seguían considerándolo un ateo de sistema (Leibniz negó haberlo visitado), hasta que a fines del siglo XVIII Jacobi y Mendelsohn tuvieron un famoso debate en torno al panteísmo de Spinoza y de Lessing, despertando un nuevo interés por la naturaleza de su religiosidad y por su filosofía toda. Goethe escribiría en 1813, comentando el artículo de Bayle: "...se le considera ateo y se reputa sus opiniones como altamente censurables. Pero, seguidamente, se concede que era un hombre pacífico y consagrado a sus meditaciones y estudios, un excelente ciudadano..., en todo lo cual parecía olvidarse la máxima evangélica: por sus frutos los conoceréis".
El TTP apareció con autor anónimo y falso pie de imprenta, pero bien pronto se supo quiénes eran tanto el autor como el editor (su amigo Jan Rieuwertsz). El subtítulo de la obra rezaba: "...la libertad de filosofar no sólo se puede conceder sin perjuicio para la piedad y para la paz del Estado, sino que no se la puede abolir sin suprimir con ella la paz del Estado e incluso la piedad". La Iglesia calvinista de Holanda, cuyos predicadores aprovechaban todo acto litúrgico para acusar al gobierno de Witt de libertino y ateo, lanzó una campaña implacable contra el nuevo libro de "el judío de Amsterdam", cuyo éxito alcanzó en unas pocas semanas a Inglaterra, Alemania y Francia. El gobierno holandés, por su parte, había optado desde hacía un tiempo por permitir la represión religiosa e incluso ejercerla como modo de congraciarse con las distintas confesiones (en particular, el calvinismo) y reprimir también a sus propios enemigos. En ese contexto, bastaron cuatro años para que el libro fuese oficialmente prohibido. En dominios católicos no le fue mejor: allí, de hecho, los "marranos" estaban proscritos en general desde hacía mucho, por lo que la Santa Inquisición no tuvo mayor problema en condenar la obra de ese "ateo" que no fue traducida al español sino recién dos siglos después, en 1878. Spinoza se había dirigido al calvinismo y a los Orange, pero sus dardos herían a muchos otros que dependían del vínculo entre superstición y monarquía; es decir, falsa religión y falsa política. En el Prefacio mismo de la obra señala que el miedo hace que los hombres sean naturalmente supersticiosos y atribuyan a los dioses todo hecho extraordinario. De ahí que los reyes hayan favorecido siempre ese sentimiento, creándose una aureola de divinidad. Y añade que eso mismo hacen en sus días (¿que no son ya los nuestros?) los cristianos y especialmente los eclesiásticos: lejos de practicar la caridad, se dejan arrastrar por la avaricia y la ambición. Como quieren adquirir prestigio ante el vulgo ignorante, ven la forma de apoyarse en la Escritura y persiguen como herejes a quienes no comparten sus ideas.
Varias décadas antes de la primera traducción española, en enero de 1841, Marx planeaba crear, junto a Bruno Bauer, un periódico filosófico ateo que no llegaría a ver la luz, el Archiv des Atheismus. Paralelamente, comenzó a seleccionar y comentar en cuadernos sus lecturas de diversos filósofos; entre ellos: Aristóteles, Leibniz, Hume y Bento Despinoza (en religión: Baruch Spinoza). Los que dedicó a este último (tres cuadernos, como se ha dicho) se centran en el TTP y en su correspondencia. El marxólogo Maximilien Rubel les concedía una gran importancia a estos cuadernos, llegando a afirmar que Marx aprendió a conciliar necesidad y libertad con Spinoza y no con Hegel, y que fue Spinoza quien lo motivó para actuar por la afirmación de la democracia en Alemania. Sea o no el caso, es evidente que Marx se identificó plenamente con Spinoza y se sirvió de su lenguaje político para componer sus propias ideas sobre la libertad, la igualdad y la democracia. Esto último es algo que deberían haber tenido más en cuenta los presuntos seguidores de Marx que rechazaban de plano toda democracia, acusándola de ser un mero mecanismo de opresión burguesa. En todo caso, el burgués Marx trabajó con detenimiento y valoró la noción liberal de democracia implicada por el "hebreo virtuoso".
La edición de González Varela se presenta con un valioso aparato crítico, una introducción sobre el joven Marx y su entorno, así como sobre el contexto histórico de Spinoza. Para el editor, este escrito muestra cómo nace con Marx la primera definición moderna de democracia, régimen que para ambos pensadores es el único que concuerda con la naturaleza social de la humanidad y con su necesidad de cooperación. Por otro lado, aunque Marx no volviese a mencionar a Spinoza en sus escritos, sino sólo en su correspondencia familiar, él junto a Hegel le sirvieron de base para su concepto de autodeterminación, y fue recuperado por los marxistas franceses e italianos de la década de 1970 con la impronta de que leer a Spinoza permitía comprender mejor a Marx. Althusser, que era uno de ellos, lo proponía como el camino imprescindible para terminar de deshegelianizar a Marx; esto es, como un camino intermedio entre el estructuralismo burgués y el Dia Mat stalinista para analizar los antagonismos sociales sin ningún tipo de corsé dialéctico. La italiana Emilia Giancotti afirmaba que la oposición spinoziana entre potentia y podestas nos permite leer de una manera puramente conflictual (ya no dialéctica) la contradicción entre fuerza de trabajo (Arbeitskraft) y relaciones de producción (Verhältnisseproduktion). De sus continuadores, quizá Toni Negri haya sido el más constante hasta nuestros días.
Título: CUADERNO SPINOZA
Autor: KARL HEINRICH MARX
Formato: 22 cms.
Páginas: 268
Editorial: Montesinos
Ciudad: Barcelona
Año: 2012
Traducción: Nicolás González Varela
ISBN: 978-84-15216-83-4
Reseña editorial:
En la primavera de 1841, un estudiante hegeliano de veintitrés años residente en Berlín, llamado Karl Marx, transcribe en varios cuadernos ciento setenta pasajes del Tractatus theologicus-politicus, la obra más política del filósofo holandés Spinoza. Estos manuscritos permanecieron inéditos hasta 1976, incluyéndose entonces en la nueva edición alemana de las obras completas de Engels y Marx, la famosa MEGA. El texto es de suma importancia, tanto por el método de trabajo que después será habitual en el filósofo alemán, como por la exposición de la filosofía política spinoziana, la cual es reordenada radicalmente y subvertida respecto al original. Es en realidad un texto de Marx, pero escrito con el estilo de Spinoza.
Se trata de una operación intelectual y de intervención política de enorme interés que puede entenderse tanto como un gesto de apropiación espiritual como la construcción de un antídoto eficaz contra las propias premisas liberales del pensamiento de Hegel. Es un nuevo texto de Marx, inédito en lengua española, escrito y pensado con las palabras de otro filósofo subversivo, Baruch de Spinoza, y que demuestra su presencia decisiva en el itinerario del pensamiento político marxiano. Una presencia que anuncia la génesis de la crítica de la alienación política y del Estado del Marx maduro, además de permitirle ampliar la definición moderna de la auténtica democracia como concepto que permite resolver el enigma de la comunidad humana.
Página Web de la editorial Montesinos.
Entrevista a Nicolás González Varela sobre el Cuaderno Spinoza.
texto muito importante Explicita-se a vertente espinosiana na dialectica dialogica do jovem Marx
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