sábado, 17 de septiembre de 2011

Filosofías de la India de Heinrich Zimmer

Que sólo pueda llamarse "filosofía" a la peculiar forma del pensamiento griego que nace con Tales y que alcanza su primera gran cima con los diálogos de Platón, es desconocer la influencia y el continuo diálogo que la tradición filosófica griega mantuvo con otras tradiciones como las de la India. Además, éstas tienen ese derecho porque, como afirma Heinrich Zimmer, uno de los más renombrados indólogos del siglo pasado:
La filosofía india, como la occidental, nos informa acerca de las estructuras y potencias mensurables de la psique, analiza las facultades intelectuales del hombre y las operaciones de su mente, evalúa diversas teorías del entendimiento humano, establece los métodos y leyes de la lógica, clasifica los sentidos y estudia los procesos mediante los cuales aprehendemos, asimilamos, interpretamos y comprendemos la experiencia.
Los filósofos hindúes, como los de Occidente, se pronuncian sobre los valores éticos y los criterios morales. Estudian también los rasgos visibles de la existencia fenoménica, criticando los datos de la experiencia externa y sacando conclusiones con respecto a los principios en que se basa. En una palabra: la India ha tenido y aún tiene sus propias disciplinas psicológicas, éticas, físicas y metafísicas (pp. 23-24).
Y sin embargo, tan pronto saltan las similitudes como sus diferencias fundamentales. Por eso Zimmer agrega:
Pero la principal preocupación —en notable contraste con los intereses de los modernos filósofos occidentales— ha sido siempre no la información sino la transformación: un cambio radical de la naturaleza humana y, con él, una renovación de su manera de entender tanto el mundo exterior como su propia existencia: transformación tan completa como es posible, y que, si tiene éxito, equivaldrá a una total conversión o renacimiento (p. 24).
Desde sus primeras páginas, el estudio de Zimmer cautiva al lector y lo introduce sugerentemente en los distintos momentos y vertientes de las filosofías de la India. Por ejemplo, al narrar cómo se genera hacia el siglo VIII a.C., antes que en Grecia, el giro a la subjetividad que supuso no sólo un desplazamiento de "la atención de los problemas referentes al universo externo y a las esferas tangibles del cuerpo concentrándola en lo íntimo e intangible", sino que al mismo tiempo implicó un quiebre en la piedad hacia las divinidades cósmicas, para más bien "alcanzar un estado de permanente autoconciencia mediante el mero pensar, el autoanálisis sistemático, el control de la respiración y las severas disciplinas psicológicas del yoga" (pp. 27-28). Lo único lamentable es que a Zimmer no le alcanzara el tiempo para concluir esta obra, cuyos últimos apartados quedaron en meros esbozos, pero que han sido eficazmente reconstruidos y completados por Joseph Campbell, alumno suyo en Columbia.

La obra se divide en tres partes: "El bien supremo", "Las filosofías del tiempo" y "Las filosofías de la eternidad". La primera, a su vez, se subdivide en "El encuentro de Oriente y Occidente" y "Los fundamentos de la filosofía india", concluyendo con un apartado sobre Brahman. Dentro de la segunda, se encuentran las filosofías del éxito, del placer y del deber. Y en la tercera: el jainismo, el sankhya, el yoga, el brahmanismo, el budismo y el tantra. La edición de Campbell, además de incluir valiosas referencias cruzadas y notas bibliográficas a lo largo de toda la obra, se cierra con un apéndice sobre "Los seis sistemas" y otro con un cuadro histórico que compara el desarrollo de la tradición occidental con el de la oriental. Es un cuadro muy breve y general, pero igualmente interesante, por ejemplo, para observar cómo coinciden Homero y el surgimiento de las epopeyas indias, aunque no coincidan en el subjetivismo de los Upanishads que se dan en la misma época.

En suma, se trata de una obra que logra con creces el objetivo de Zimmer; a saber, demostrar que
existe y ha existido en la India algo que realmente es filosofía: una aventura tan osada y asombrosa como la más arriesgada que haya emprendido el mundo occidental. Solamente que surge de una situación y una cultura orientales, apunta a fines relativamente extraños al espíritu de las universidades modernas y se sirve de otros métodos: los fines o metas que inspiraron a Plotino, a Escoto Erígena y al maestro Eckhart, así como las especulaciones de alto vuelo de presocráticos como Parménides, Empédocles, Pitágoras y Heráclito (p. 53).



Título: FILOSOFÍAS DE LA INDIA
Autor: HEINRICH ZIMMER
Formato: 15 x 23 cms.
Páginas: 668
Editorial: Sexto Piso
Ciudad: Madrid
Año: 2010
Edición: Joseph Campbell
Traducción: J. A. Vázquez
ISBN: 978-84-96867-64-2

Reseña editorial:
«Este volumen representa la gran contribución de Zimmer a nuestra comprensión de Asia. Es el recuento más completo e inteligente que se haya escrito de esta tradición filosófica tan rica y compleja.» New York Times Book Review

El pensamiento indio, formado por una rica multiplicidad de corrientes, ha sido injustamente desplazado por Occidente, que nunca quiso otorgarle el estatuto de «Filosofía» debido a su estrecha asociación con los símbolos e imágenes del mito. Estos últimos, precisamente, sirven a los filósofos indios para descifrar el carácter paradójico de la realidad, responder así a los enigmas que la misma les plantea y transmitir el conocimiento obtenido a sus discípulos —método y cometido propios de cualquier otra rama de la filosofía—.

Heinrich Zimmer, que dedicó prácticamente toda su vida al estudio y la enseñanza del arte y el pensamiento indios, restituyó a esos pensadores la categoría de filósofos. Pero de su inmensa labor resultaron pocas publicaciones, de ahí que su discípulo Joseph Campbell emprendiera la tarea de compilar y editar las notas dejadas por su maestro tras su temprana muerte. El resultado, Filosofías de la India, es un monumental testimonio de su obra.

Zimmer, a través de Campbell, reconstruye de manera extraordinariamente clara el mosaico del pensamiento indio —rechazado, pero también a menudo utilizado en el mundo occidental de modo superficial—. Éste se despliega a partir de dos grandes ejes: por un lado, las filosofías del «tiempo» —las del éxito, el deber y el placer—, que tratan el comportamiento que se debe tener en este mundo hacia la naturaleza y los demás hombres; por el otro, las de la «eternidad» —desde el jainismo hasta el tantra, pasando por el sā˙nkhya y el yoga, el brahmanismo y el budismo—.

JOSEPH CAMPBELL (Nueva York, 1904-Hawai, 1987) fue un filósofo e historiador de las religiones, reconocido por sus estudios en mitología comparada, producto de los cuales son sus ya clásicos libros El héroe de las mil caras (1949) y los cuatro volúmenes de Las máscaras de Dios (1959-1968). Fue alumno de Heinrich Zimmer en la Universidad de Columbia.

Se puede leer un fragmento en la página Web de la editorial Sexto Piso.

5 comentarios:

  1. Arturo, anduve leyendo las primeras páginas disponibles en la página de la Editorial Sexto Piso. Es un libro muy bien escrito aunque, como el mismo Campbell dice, fragmentario - otro habría sido el resultado si Zimmer no hubiese muerto antes de finalizar su obra.

    Tengo dos acotaciones: una a lo dicho por ti en este post, y otra al contenido de las primeras páginas del libro. Dos acotaciones que creo que fundiré en un solo comentario.

    En la página 23 se dice que lo que caracteriza a la mentalidad brahmánica - y en adelante, no sólo a la filosofía india sino también al desarrollo de su civilización - ha sido el descubrimiento del Yo. Y se pone entre paréntesis 'ātman' (आत्मन् en sánscrito).

    Me parece que desde aquí - y asumo que en el resto del desarrollo de la obra - se incurre en el mismo error, probablemente producido al momento de traducir el inglés al español, de traducir 'Self' por 'Yo'. El pronombre 'yo', y por tanto, el 'Yo', es 'ahaṃ' (अहं en sánscrito), y no tiene nada que ver con 'ātman', cuya traducción inglesa sí es 'Self' ('Selbst' en alemán), y que en español sería mucho más adecuado traducir por 'Sí-mismo'.

    La forma como Zimmer define el ātman es correcta, pues él está pensando en el 'Self' inglés; mientras que la traducción española, al traducir 'Yo', si bien se entiende lo que quiere decir, puede prestarse a equívocos, pues al traducir con un pronombre personal, un lector que no sabe sánscrito y se acerca por primera vez a la filosofía de la India a través de este libro, puede tender a pensar que esta referencia al 'Yo' denota la subjetividad, la individualidad, la emotividad y/o el psiquismo 'personal', y que eso es ātman.

    Cuando en realidad es todo lo contrario, puesto que este descubrimiento y conocimiento del ātman, es un descubrimiento y un conocimiento del sí-mismo de tipo objetivo, sin ninguna referencia particular (y por tanto determinada, limitada) a quien efectúa este descubrimiento y conocimiento. Sólo así se comprende mejor que ātman y Brahman sean lo mismo, y así se justifica el "eso eres tú" (tat tvaṃ as) y el "yo soy Brahman" (ahaṃ Brahma asmi) de las Upaniṣad.

    Razón por lo cual - y esto en relación a lo que dices en tu post -, si bien se entiende, no es del todo adecuado hablar de 'subjetivismo en las Upaniṣad' sino más bien de una vuelta sobre sí-mismo, del comienzo del conocimiento de sí-mismo en el pensamiento indio. Conocimiento de sí-mismo que surgiría mucho después en la filosofía griega antigua, con Sócrates.

    Así, en resumen, podría decirse que el 'Yo' (cartesiano, podría eventualmente decirse), si quiere llegar al conocimiento, al único conocimiento de lo único que existe, es decir, al conocimiento de Brahman, debe conocerse a sí mismo. Un 'autoconocimiento' no de las vivencias emocionales: en el pensamiento oriental, el 'autoconocimiento' consiste precisamente en negar el 'auto'. Conocerse a sí mismo es conocer el ātman, y es llegar a saber que ātman es Brahman. Así, se llega al conocimiento absoluto. Ese, que como bien dice Zimmer, "ha sido decisivo no sólo para el desarrollo de la filosofía india sino también para la historia de la civilización india".

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  2. Sí, en efecto, traducir "ātman" por "yo" es un poco equívoco, aunque varios indólogos de habla hispana lo traduzcan así, con una nota al pie, claro. También concuerdo en que "sí mismo" sería más acorde con la comprensión de que ātman y Brahman son el mismo, y un poco más preciso, pero otra de las cosas que diferencian a la filosofía india de la occidental es que rehuyen a toda precisión y claridad que es concebida como engañosa (Maya). Yo diría que hay un subjetivismo tanto como que no lo hay. Es que aquí todos los términos empiezan a ser engañosos: si hablamos de conocimiento "absoluto", incluso de conocimiento, de liberación, de existencia, etc.

    El conocimiento de sí en Grecia es ciertamente anterior a Sócrates. En el Sócrates de Platón hay ya un primer punto culminante. Pero incluso ahí sería errado pensar en una subjetividad atomista al modo cartesiano o hobbesiano, e incluso en una subjetividad empírica. En efecto, se trata de una subjetividad objetivante o, si se quiere, de una objetividad subjetivante. A esto último es a lo que aludía como subjetivismo; no a un estado de cosas o ideas, sino a una tendencia. Lo importante es, creo, contextualizar lo que pueda ser aclarado de ese modo, y no olvidar que tanto en India como en Grecia se trata de procesos con vertientes diversas. Con eso ya se hace bastante para entrar en la filosofía india no como quien busca al gurú de moda. Gracias por tus pertinentes acotaciones.

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  3. La traducción tiene varias erratas y errores. En realidad, se sigue esperando una buena traducción de este y otros textos, que pueda además apuntalar más el aparato crítico con los estudios más recientes.

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  4. Pues sí, tienes razón. Curiosamente, hoy por la mañana revisaba la segunda edición del libro de Mahadevan (FCE, 1998), y me doy con la grata sorpresa que, a diferencia de la primera edición (FCE, 1991), han corregido los horrores que tenía en la transliteración de los términos, y que ahora sí han traducido ātman por sí-mismo.

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    1. Quisiera aclarar o agregar que, muchas veces, en lenguas como el sánscrito, el avéstico, o el griego antiguo, querer traducir términos técnicos con una inclinación conceptual demasiado específica, despojándolos de su riqueza semántica (propia de su contexto de acuñación y pertenencia), es un error garrafal. Ante la ambigüedad, variedades del contexto de acuñación del término y problemática filológica de la traducción de términos tan pesados como "lógos" o "ātman", es preferible y muchísimo más serio dejarlos sin traducir, y añadirles una nota al pié con variados comentarios, datos y posibles traducciones.

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