Si bien la tradición metafísica occidental privilegió a la vista por sobre todo otro sentido (la Metafísica de Aristóteles, la Visio Dei del platonismo místico, etc.), poco se ha indagado sobre la fenomenología misma de la visión. Prácticamente hasta la fenomenología husserliana y la de Merleau-Ponty, y el más reciente interés científico por las implicancias evolutivas de la vista en diversas especies, la visión humana en la filosofía ha sido supeditada a una comprensión idealista del conocimiento. En su Descripción del ser humano, Blumenberg tomó distancia de las críticas heideggerianas al predominio de la visión (basadas a su vez en las de Nietzsche), precisamente por el renovado interés científico en ella y por las vetas abiertas por la indagación fenomenológica que Heidegger puso de lado. En otras palabras, frente al descuido de la analítica existencial, que reincide en la incomprensión metafísica, el análisis fenomenológico posibilita una recuperación del lugar central de la visión en la constitución de la conciencia (no sólo la humana). Conciencia en lugar de Dasein es la prerrogativa de Blumenberg, y su resultado es un brillante y completo estudio que, a pesar de su erudición y sus complejidades, no perdería interés y claridad para el lector no especializado que se haya mirado en un espejo e incluso para aquél que no ve tan bien.
Autor: HANS BLUMENBERG
Formato: 15,5 x 23 cms.
Páginas: 687
Páginas: 687
Editorial: Fondo de Cultura Económica
Ciudad: México
Año: 2011
Traducción: Griselda Mársico
ISBN: 978-95-0557-858-0
Ciudad: México
Año: 2011
Traducción: Griselda Mársico
ISBN: 978-95-0557-858-0
Reseña editorial:
La antropología de Hans Blumenberg, publicada en edición póstuma, se inicia con una tesis sencilla pero trascendente que constituye el principio central de su antropología fenomenológica: el ser humano es visible. Entre los primates, el Homo sapiens es el único que tiene una postura erguida y camina en esa posición. Por eso puede ver particularmente bien y también puede ser visto. Sólo puede ver al precio de ser visto. La optimización de la percepción visual va así acompañada de un riesgo: el aumento de la visibilidad. El hecho de estar tan expuesto modela la relación del humano con el mundo y lo convierte en un virtuoso de su propia puesta en escena, pero también del disimulo y el ocultamiento. Debido a eso la visibilidad también significa que el humano es opaco, tanto para los otros como para sí mismo, y suscita además el vínculo autorreferencial: reparar en que uno puede ser visto conduce a la reflexión y a la vez es un resultado contingente en el proceso evolutivo.
La Descripción del ser humano tiene su hilo conductor teórico en la orientación decididamente fenomenológica. Aquí Blumenberg filosofa con Husserl contra Heidegger: a favor de la "evidencia" de la teoría, en contra de la praxis del "cuidado". Pero eso también supone que el tema de la antropología ya no puede ser la conciencia específicamente humana –y menos aún el ser humano–, sino sólo la conciencia trascendental, la conciencia "en general". "Antropología fenomenológica": ¿una contradicción en sus propios términos? No del todo. Por ser esencialmente un vínculo objetivo, toda conciencia tiene que estar encarnada, ser inmanente a un cuerpo. Y aquí se cierra el círculo: la reflexión, que comienza con la visibilidad, permite ocuparse del cuerpo y de la conciencia. De modo que en la "descripción del ser humano" realizada de esta manera la fenomenología dilucida sus propias condiciones de posibilidad.
Puede leer un fragmento en la página Web del Fondo de Cultura Económica.
Puede leer un fragmento en la página Web del Fondo de Cultura Económica.
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