martes, 1 de agosto de 2017

A era do ressentimento de Luiz Felipe Pondé (2014)

Resentimiento.- Dícese de la negación de la vida tal como ella es, hecha ya sea en términos morales, religiosos, políticos, metafísicos u otros, a causa de una exacerbación de la propia voluntad. En este ensayo, el filósofo brasilero Luiz Felipe Pondé, columnista de Folha de S. Paulo, explora los alcances del resentimiento en la sociedad occidental contemporánea. Su conclusión, desde luego, no es alentadora, pero raras veces la verdad lo es: vivimos en medio de un resentimiento masificado, de una pandemia de resentimiento; incluso –sobre todo, en realidad– quienes creen estar libres de caer en él. Con tono irónico y pesimista, Pondé se apropia del concepto nietzscheano para señalar que nuestra existencia está inevitablemente signada por un cierto resentimiento: al universo le somos indiferentes, nuestra existencia es en última instancia absurda e irrelevante, y sin embargo debemos rebelarnos ante ello y darle un sentido, una relevancia. Parte esencial de nuestra condición es saber decir "No, esto no lo acepto" y afirmarnos por sobre lo que nos es adverso. ¿Tenemos alternativa? No hacerlo, abandonarse al nihilismo que es como dejar de respirar, porque incluso al respirar nos afirmamos, eso sería caer, justamente, en el más reprochable resentimiento. Sería darse demasiada importancia a uno mismo y no aceptar lo más profundo de la vida: su sinsentido. Asumirlo, recordarlo en cada instante y a la vez vivir con la mayor de nuestras fuerzas: eso es lo que se nos demanda. Lo esencial aquí es la aceptación del dolor, no rehuirle o buscar suprimirlo como los ascetas. Porque fuerte, como señalaba Nietzsche, no es quien se encierra en sí mismo, en sus certezas, en su prepotencia, sino quien sabe abrirse a los embates del destino y puede amarlos a pesar de todo. Aquél que puede decir: "amo a la vida por todo lo que ella es; y si sólo tiene dolor para mí, por eso también la amo".

En su libro, Pondé reafirma y actualiza lo dicho por Nietzsche: el desierto crece, la indiferencia del mundo nos lleva al vacío existencial. El resentimiento consiste en buscar refugio ante dicho vacío. Algunos siguen buscando ese refugio en la religión, pero la mayoría se vuelven errantes sedientos que sólo saben encontrar consuelo en la diversión, en el mundo digital, en una vida de consumo, con sus alegrías efímeras, alienándose en nombre del mercado como lo hacían (y lo siguen haciendo) con el partido político. Entretanto, la vida sigue siendo un escándalo: es como es. En mil años, dice Pondé, la nuestra será reconocida como la era del resentimiento: "Oirán hablar vagamente de nuestras redes sociales y de nuestra creencia en su potencial revolucionario [...]. La idea misma de revolución será vista como una forma de animismo. Se tomarán más en serio a los griegos, romanos y hebreos, porque verán en ellos pueblos que buscaban el conocimiento, y no sus propias imágenes en el rostro del universo".

Son varias las formas como, según Pondé, arribamos al resentimiento. En lo más profundo está nuestro olvido del oráculo de Delfos; es decir, de la aceptación necesaria de nuestra mortalidad. Nosotros envidiamos la inmortalidad de los dioses y no sabemos hacernos con nuestra muerte que, como decía Nietzsche, no es una sino muchas muertes: las enfermedades, la falta de inteligencia, la infidelidad, los fracasos, las pérdidas, la desilusión amorosa, la falta de belleza, etc. En consecuencia, nuestras ambiciones las dirigimos mal y sin conciencia de los límites: queremos más de lo que necesitamos, dependemos del reconocimiento ajeno y creemos que es muy poco, y pensamos que merecemos ser (más) amados por el simple hecho de ser quienes somos. Sobre esos tres pilares, afirma el autor, se funda nuestra era narcisista que sólo admite elogios y no cuestionamientos. Desde luego que narcisismo no es lo mismo que individualismo, porque el narciso no es un in-dividuo, sino que se desdobla y depende de su reflejo (el "me gusta" de los otros). Dice Pondé: "Un día, la privacidad fue un bien protegido bajo siete llaves. Hoy, ella es un tormento, porque, cuanto más privacidad tenemos, más claro es el vacío de las horas. La salida es buscar ser invadido por los demás en un delirio de celebridades y redes sociales. El síntoma indica claramente la patología: la candente disolución de cualquier subjetividad real".

En esas condiciones, la filosofía y su "inutilidad" se vuelven insoportables. Las ideologías son lo que se busca y se fomenta; ideologías entre las que el autor no tiene reparos en colocar al grueso del feminismo actual, moralista y desconocedor del cuerpo y sus demandas que superan la voluntad racional. Este es el punto que más polémica ha despertado del ensayo de Pondé, toda vez que muchos reclamos sociales podrían caer dentro de la categoría de resentimiento.

La era del resentimiento es también la era de la política del espectáculo. Hay que recordar que el autor es un filósofo y no un político, a pesar de sus intervenciones en el debate público. El político, como el artista, busca agradar, tener un público que le aplauda; el filósofo, en cambio, no escribe novelas rosa. Sin embargo, Pondé no pretende nada más desagradar, sino generar una reacción –como hacían los antiguos cínicos– a través de la mordida, de preguntas que dan lugar a la incomodidad, a la aporía. Todo depende de la receptividad del lector. Si se ofende, pierde (muestra su resentimiento). Si conserva una disposición amistosa (philía) con el cuestionamiento, puede que obtenga algo valioso de él. Eso está detrás del nombre mismo de philo-sophía. El filósofo es el que está bien dispuesto al desengaño. Porque en filosofía –siempre que hablemos de verdaderos filósofos y no de meros profesionales de la filosofía, más interesados en su imagen pública y sus carreras políticas que en la verdad–, en filosofía la crítica no es nunca una cuestión personal. Albert Camus recordaba que, tras romper definitivamente su amistad con Lou von Salomé y Paul Rée, y en la más completa soledad ante la inmensa tarea que tenía por delante (su Zarathustra), Nietzsche solía salir por las noches para pasear por las montañas del golfo de Génova. Cada tanto, juntaba hojas y ramas y encendía inmensas hogueras que se quedaba contemplando hasta que se consumían. Ante esa escena, contada por los genoveses, Camus agregaba: "A menudo he pensado desde esos fuegos y su luz ha bailado detrás de toda mi vida intelectual. Incluso, si en ocasiones he sido injusto con ciertos pensamientos y con ciertos hombres que he conocido en el siglo, es porque los coloqué sin querer ante esos incendios y quedaron inmediatamente reducidos a cenizas" (Carnets, Cahier VII, 1953).


Título: A ERA DO RESSENTIMENTO. UMA AGENDA PARA O CONTEMPORÂNEO
Autor: LUIZ FELIPE PONDÉ
Formato: 16 x 23 cm.
Páginas: 176
Editorial: Leya
Ciudad: São Paulo
Año: 2014
ISBN: 978-8-544-10051-6

Reseña editorial:
A era do ressentimento se caracteriza, entre outros fatores, pelo individualismo excessivo e narcisista que envolve a sociedade ocidental contemporânea. De maneira mordaz e sarcástica que lhe é característica, Pondé analisa, sob o aspecto cultural, a era do ressentimento em que vivemos, discutindo temas como beleza, erotismo, desejo e felicidade. Além de um relato poderoso, capaz de conduzir a reflexões de impacto sobre a maneira como estamos conduzindo nossas relações, trata-se, antes de tudo, de uma obra confessional, em que o filósofo revela a agonia que sente por estar cercado de ressentidos.

"Nietzsche costumava dizer que nós sonhamos com um sol que se preocupe com o que a gente sente. E ele dizia que no final das contas, quando a gente descobre que o sol não está nem aí pra nós, que as estrelas não brilham pra nós, que o mar não existe pra que a gente nade nele, a gente entra num desespero que ele chamava de ressentimento. O que é o ressentimento? É você achar que todos deviam te amar mais do que amam, você achar que todo mundo devia reconhecer em você grandes valores que você não tem. Do século XIX pra cá, o ressentimento piorou muito. Ele está em toda parte. Você não pode falar nada que todo mundo se ofende, se você fizer uma crítica, todo mundo toma como pessoal. Provavelmente, daqui mil anos, não vão lembrar da nossa época como a época do iPad. Vão lembrar da nossa época como a era do ressentimento. Somos uma civilização de mimados que não é capaz de escutar nenhuma crítica sem achar que é uma questão de ofensa pessoal".