sábado, 3 de diciembre de 2011

La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico de Max Scheler

Max Scheler (1874-1928) fue profesor en Jena, Munich y Colonia. Se interesó tempranamente por la fenomenología de Husserl, a partir de la cual siguió su propia línea en los campos de la ética, la antropología filosófica y la filosofía de la religión. Según T. Kisiel (The Genesis of Heidegger's Being & Time, Berkeley: University of California Press, 1995, p. 192), fue uno de los principales gestores de la recuperación de San Agustín en la filosofía alemana. Esto lo percibió en su momento Heidegger, para quien, sin embargo, se trataba de "una recepción secundaria de este círculo de ideas, aderezado con fenomenología" (Estudios sobre mística medieval, trad. de Jacobo Muñoz, Madrid: Siruela, 1997, p. 24). No obstante, la influencia de Scheler fue importante, no sólo en los círculos de fenomenología o de teología (incluyendo a Karol Wojtyla), sino también en los de la naciente "antropología filosófica". Heidegger estuvo dentro de esa influencia, como lo reconocía el mismo Scheler cuando escribió:
Heidegger
1. El giro ontológico. 2. El giro de la filosofía de la vida. 3. El giro histórico. 4. El giro individual. 5. El giro pragmático relativo. 6. El giro antropológico. 7. El giro concreto. 8. Fenomenología Hermenéutica. 9. Ruptura con el cartesianismo. 10. Rechazo de la filosofía de la razón occidental (desde los griegos). 11. Influencia: Kierkegaard, protestantismos, Scheler, Jaspers, Dilthey, Graf Yorck. (Die deutsche Philosophie der Gegenwart, GW Bd. 7, edición de Manfred Frings, Bonn: Bouvier, 2005, p. 330.)
Aunque Heidegger consideraba que la antropología de Scheler era "Claramente: ¡puro decorado!, ¡literatura!, ¡ficción!" (Ontología. Hermenéutica de la facticidad, trad. de Jaime Aspiunza, Madrid: Alianza, 1999, p. 45), "más con un tinte literario que científicamente bien pensado" (Prolegomena zur Geschichte des Zeitbegriffs, GA Bd. 20, ed. de Petra Jaeger, Frankfurt a.M.: Vittorio Klostermann, 1994, p. 181), también es cierto que encontró en ella una crítica sólida a la teoría del conocimiento del neokantismo, por lo cual le dedicó su libro Kant y el problema de la metafísica (1929)*.

Precisamente uno de los textos incluidos en la presente obra (compuesta por tres escritos que antes habían sido traducidos del alemán por Elsa Tabernig y publicados por la editorial Nova de Buenos Aires) es el titulado "Fenomenología y teoría del conocimiento". En éste, Max Scheler va conduciendo al lector desde la reducción husserliana hasta su teoría de los valores. Como lo hará después Merleau-Ponty, Scheler ubica al método fenomenológico entre el empirismo y el racionalismo, pero sobre todo -y en ello su lectura de la fenomenología es acertada- como un empirismo radical, que en su volver a las cosas mismas sólo acepta lo dado en la experiencia. En esa línea, apunta Scheler, se distancia del empirismo tradicional que reduce la experiencia a la mera sensibilidad (acá cabría marcar también una distancia con el fenomenalismo del escepticismo antiguo). Y de igual manera marca distancia con todo racionalismo en tanto que no establece un criterio de verdad, sino que asume todo criterio en el modo como se toma contacto inmediato con "la cosa misma". Por ello afirma que "es cierto que todo lo dado descansa en la experiencia, pero no es menos cierto que toda clase de experiencia de algo conduce hacia algo dado". Que conduzca hacia algo no implica, desde luego, que ese algo exista. Los objetos del conocimiento se dan únicamente en el acto y al modo como el hombre se relaciona con el mundo (lo dado). Ahora bien, para Scheler, eso significa que "el mundo está dado con la misma inmediatez como objeto que como portador de valores", y que toda experiencia de un objeto está necesariamente impregnada de afectividad por tratarse de una sensación subjetiva que se da junto a afecciones de atracción o repulsión.

Pero aquí hay un punto controvertido y que Heidegger le critica: Scheler pretende "apoderarse de la cosa misma", pero se mantiene, según él, imbuido en la metafísica tradicional que piensa al Dasein desde un teo-morfismo (el hombre como imagen de Dios). En todo caso, Scheler parte, como Kant, de los límites de la razón, y plantea por ende un vínculo entre fenomenología y teoría del conocimiento en relación con lo que considera apriorístico: los objetos y las proposiciones esenciales de cada ciencia que son tal como aparecen al conocimiento, esto es, constitutivamente unas como anteriores a otras. Otro asunto es que de ello pueda derivarse una suerte de ascetismo similar al de Schopenhauer. Para Scheler, la dación originaria del mundo se experimenta en la vivencia de su resistirse a nuestros impulsos. Por ello, "lo dado" se da a la conciencia en la medida en que permanece frente al hombre aunque éste haya inhibido todas sus actitudes intencionales (sean de conocimiento o de dominio). En ese sentido, la filosofía es para Scheler el conocimiento que se orienta a lo absoluto, a las esencias, y ese conocimiento presupone una condición moral que es la disposición subjetiva (fruto del alejamiento del mundo y el recogimiento personal) constituida por tres actos: 1) el amor al ser absoluto, 2) la humillación del yo natural y 3) el dominio de los impulsos. Este último, además, posibilita el tránsito desde lo inadecuado hacia la plena adecuación del conocimiento intuitivo. Esta adecuación parece ser un rezago de cartesianismo que tuvo también Husserl pero que fue paulatinamente abandonando en aras de un conocimiento más bien apodíctico y una différance (como la llamará Derrida) radical, desde la cual no hay conocimiento alguno que tenga tal adecuación.

La fenomenología, pues, adquiere un lugar central para Scheler porque es el método que en última instancia posibilita establecer la preminencia de la ética respecto a todo conocimiento, porque los juicios morales no son externos a los actos, sino que descubren su valor en las experiencias mismas. El amor, en consecuencia, no es generado por el conocimiento, sino que más bien genera conocimiento; es su esencia última.


Título: LA ESENCIA DE LA FILOSOFÍA Y LA CONDICIÓN MORAL DEL CONOCER FILOSÓFICO (CON OTROS ESCRITOS SOBRE EL MÉTODO FENOMENOLÓGICO)
Autor: MAX SCHELER
Formato: 15 x 23 cms.
Páginas: 264
Editorial: Encuentro
Ciudad: Madrid
Año: 2011
Traducción: Sergio Sánchez-Migallón
ISBN: 978-84-9920-110-8

Reseña editorial:
En este volumen se ofrecen tres escritos de Max Scheler, compuestos entre el año 1911 y 1917, titulados: La esencia de la filosofía y la condición moral del conocer filosófico, Fenomenología y teoría del conocimiento y La doctrina de los tres hechos. Estos trabajos constituyen las elaboraciones más tempranas, sistemáticas y directas acerca de la filosofía misma y de la teoría del conocimiento sostenida por Scheler. [...] Sólo en estos textos puede conocerse con precisión cómo Scheler concebía verdaderamente la filosofía en general y el modo fenomenológico de filosofar en particular ---modo, por cierto, no idéntico al concebido por Husserl---. [...] En una época como la actual, en la que vivimos tan confusos e indecisos entre las respuestas cognoscitivas de la ciencia, del cotidiano vivir y de diversos constructos pseudofilosóficos, urgen reflexiones genuinamente filosóficas tan luminosas y radicales como las que Scheler aquí nos brinda.

Página Web de Ediciones Encuentro.


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* Otras menciones de Scheler en escritos de Heidegger: Ser y tiempo, trad. de Jorge Eduardo Rivera, Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 1997, pp. 72-73; Metaphysische Anfangsgründe der Logik im Ausgang von Leibniz, GA Bd. 26, ed. de Klaus Held, Frankfurt a.M.: Vittorio Klostermann, p. 165; “Philosophische Anthropologie und Metaphysik des Daseins” (que será editado en GA Bd. 80).