martes, 17 de mayo de 2011

El talón de Aquiles (Pontificia Universidad Católica del Perú)




El Centro de Estudios Filosóficos (CEF) de la Pontificia Universidad Católica del Perú ha lanzado un "portal de recursos para la enseñanza de la filosofía" llamado El talón de Aquiles. Hay que felicitar, sin duda, el esfuerzo continuo del CEF en la promoción de la filosofía en el Perú, en el que se inscribe la creación de este portal que puede ciertamente ser muy útil en la recopilación de información que aparece dispersa en la Internet y a la que muchas personas, si bien podrían acceder, no tienen la facilidad o el tiempo para realizar por su cuenta búsquedas detalladas.

La imagen del talón de Aquiles (junto a la del Caballo de Troya) es de las pocas referencias míticas griegas que permanecen de uso común en el imaginario popular. Con ella se señala la ineludible fragilidad de quien aparenta no tener ninguna otra debilidad fatal: "ése es su talón de Aquiles". E incluso se usa también, de forma mucho más libre y un tanto incorrecta, para señalar una multiplicidad de debilidades: "tiene muchos talones de Aquiles". En el portal se señala que con la expresión se quiere caracterizar el trabajo de la filosofía, en el sentido de recordarle a las personas esa vulnerabilidad propia de la condición humana. Ello no puede ser sino bienvenido, toda vez que esto supone afirmar el espíritu crítico de la filosofía, incluso contra sus propios dogmas. Ahora bien, me temo que esta primera versión del portal no sólo tiene un talón vulnerable como el de Aquiles, sino algunas otras partes del cuerpo también. Señalo a continuación lo más saltante que me parece que puede ser mejorado.

En la presentación misma hay cierta confusión de términos que puede parecer una exquisitez erudita corregir, pero que no lo es si el portal quiere mantener rigurosidad académica y no ser simplemente un canal de popularización del oficio. Esto, sobre todo, desde que Platón nos previniera de no separar lo que debe estar unido, ni unir lo que debe mantenerse separado. Me refiero al hecho de poner en un mismo plano al mito homérico y lo que llaman "cuidado del alma". En Homero no hay tal cosa porque, como lo trabajó Bruno Snell hace ya varias décadas, no existe en la concepción homérica del hombre algo así como "el alma", ni mucho menos habría que cuidarla. Eso es platónico, porque, además, no todo filósofo comparte esa obsesión anímica, como es el caso de Nietzsche; por lo que no es tan buena idea caracterizar así a la filosofía, más allá de que suene bonito para quienes buscan en ella lo que podrían encontrar mejor yendo a un terapista. Hay que evitar, pues, el uso antojadizo de los mitos griegos que los descontextualiza. Eso no ayuda a una buena formación filosófica.

En cuanto a los filósofos sobre los que se ofrece información, hay una buena cantidad: 43 filósofos que representan corrientes y épocas diversas. A primera vista, sin embargo, noto la ausencia de por lo menos una veintena de filósofos importantes que ojalá sea cubierta pronto. Entre ellos están: Tales (que no por gusto es considerado el primer filósofo), Heráclito y Parménides (por no mencionar a los otros presocráticos que podrían ser agrupados en conjunto), Epicuro (importante en la disyuntiva epicureismo-estoicismo que mucho se maneja pero poco se conoce), Sexto Empírico (como representante de una línea escéptica crucial para entender las refutaciones e inclusiones de los argumentos escépticos en Aristóteles, Plotino, San Agustín, Descartes, Husserl, etc.), el mismo Plotino (el neoplatonismo está bastante descuidado en la selección), Cicerón y Séneca (por no mencionar a estoicos "rebuscados"), San Anselmo (sin el cual no hubiese habido escolástica), Siger de Brabante (crucial para entender la empresa del Aquinate), Ockham (que es necesario para entender los precedentes del criticismo kantiano y de la reforma luterana), Meister Eckhart, Nicolás de Cusa, Giordano Bruno (el vínculo entre Edad Media y modernidad no está presente), Voltaire (importantísimo junto a Rousseau y otros en el contexto de la Revolución francesa), Fichte y Schelling (sin los cuales no puede entenderse en lo más mínimo el idealismo alemán y que son quizá las ausencias más notables), Feuerbach (como representante del influyente hegelianismo de izquierda), Kierkegaard y Schopenhauer (otro par de ausencias inexplicables), y ya en el terreno de la filosofía contemporánea, y dado que hay inclusiones asombrosas como las de Dewey, Ayer y Nussbaum, por qué no incluir también a Bergson, Sartre, Fink, Merleau-Ponty, Jaspers, Deleuze y Derrida.

Si bien la filosofía peruana y la latinoamericana en general no son tan significativas como la europea y la anglosajona, no incluirlas redunda en el desconocimiento de aquello que, para bien o para mal, hemos sido y somos filosóficamente hablando. Que alguien estudie filosofía en el Perú y no sepa que Javier Prado (el mismo de la transitada avenida) fue un filósofo (independientemente de su valor como tal), dice bastante al respecto.

El llamado pensamiento oriental es otra exclusión importante, sobre todo siendo que están de moda los gurús que casi siempre simplifican y deforman las longevas tradiciones orientales. Teniendo a un brillante orientalista como José León en la PUCP, el asunto es más lamentable aún.

Otras dos ausencias notables dentro de las áreas colocadas en el portal son la estética o filosofía del arte y la filosofía de la religión. Teniendo la filosofía sus fuentes en la literatura y la religiosidad griegas, no son ausencias secundarias.

Por otro lado, el diseño de las páginas es muy poco atractivo. Los dibujos de los filósofos son simpáticos pero poco más que eso (y, dicho sea de paso, la Iglesia católica no le ha colocado aureola a Abelardo, ni falta le hace; y ese San Agustín parece un Juan Pérez). Pero lo principal es la poca interacción que ofrece el portal, que es demasiado estático, coloca muchas cosas juntas, los colores no ayudan a la lectura, no se resalta la información relevante sino que todo es bastante monótono, y no se aprovechan satisfactoriamente los recursos técnicos que ofrece la llamada Web 2.0 o recursos habituales en páginas Web como las animaciones Flash.

El portal señala en la descripción de su nombre su objetivo, pero lo que no parecen sus creadores tener claro son los criterios sobre la estructura, los contenidos y la utilidad del portal. Este es, a mi juicio, su principal error. Creo que no se trata de divulgar cuanta información se encuentre en la Internet, sin un tamiz crítico que la academia puede precisamente brindar. Sin embargo, esa parece ser la lógica de lo que hasta ahora ha sido colocado en las distintas páginas. Lo que se deja extrañar son esos criterios y la información que a partir de ellos pudiese orientar al estudiante, profesor o interesado en la filosofía a valorar unas fuentes más que otras, a conocer cuáles son las mejores traducciones y ediciones disponibles y por qué, a señalar las simplificaciones o reduccionismos que debieran ser advertidos, etc. Incluso a ofrecer precisiones biográficas importantes que no se encuentran ni en la Enciclopedia Británica ni en Wikipedia.

En la línea de lo anterior, se puede observar que no ha habido criterios adecuados para el manejo de la información. Por ejemplo, los títulos de los artículos a veces son puestos en mayúsculas y a veces no; no hay diferenciación entre títulos de libros y de artículos, etc. La estructura del portal es en varios puntos confusa (la misma página de inicio no orienta sobre todo el contenido disponible). No hay un buscador avanzado (más allá de aquél del archivo) ni un mapa del sitio, que son herramientas indispensables en un portal cuyo contenido es muy amplio y variado. Por otro lado, ¿a qué viene la clasificación de "Filosofía y actualidad"? ¿La filosofía es "actual" en la medida en que se vincule con el cine pero no en la medida en que "sólo" se lea a Platón? El portal sigue en esto el prejuicio popular en lugar de desafiarlo (dar en el talón de Aquiles).

En cuanto al contenido, la ausencia de criterios y de comentarios críticos es un poco más grave. Así, por ejemplo, algunas páginas incluyen una breve presentación de su tema mientras que otras no. Hay partes de libros presentadas como artículos (por ejemplo, el artículo que aparece como "Los problemas básicos de la Fenomenología" de Heidegger, es una traducción de la Introducción del libro homónimo). Lo mismo con el texto enlazado de Merleau-Ponty, que además es un enlace sin un mínimo de rigor académico, puesto que no colocan referencia alguna de la fuente utilizada. En el portal podrían colocar una indicación sobre si las fuentes ofrecidas están completas o no, así como una nota crítica, pero no lo hacen; colocan el enlace sin más, lo que es realmente de muy poca ayuda para quien no tiene conocimientos sobre las fuentes y ediciones disponibles. Tampoco hay distinción entre fuentes primarias y secundarias, y hay textos que no son en absoluto filosóficos, como el informe del PNUD (La democracia en América Latina). En general, el portal depende mucho del contenido que puede ser libremente distribuido (aunque algunos casos son también dudosos a este respecto); ése parece haber sido el único criterio, cuando cualquier persona sabe que los contenidos disponibles en Internet son muy variados y no siempre confiables. Eso también con los videos de Youtube enlazados.

El portal podría haberse enriquecido a su vez con enlaces al acervo disponible en la Biblioteca de la PUCP. Ya sea a través de meras referencias bibliográficas, brevemente comentadas, o de lo que ésta vaya facilitando para acceso libre en línea, como es actualmente el caso de las tesis. Para mejorar la calidad del portal, deben revisarse cuidadosamente todos los enlaces colocados. No se entiende por qué el enlace de las revistas de la PUCP aparece en la página de Fenomenología. Tampoco por qué no sale allí el enlace que ponen en la página de Hermenéutica al Círculo Latinoamericano de Fenomenología. Y, por último, tratándose de "recursos para la enseñanza de la filosofía", sería bueno que distinguieran explícitamente entre recursos para una enseñanza introductoria (incluyendo a la educación escolar) y recursos para una enseñanza más especializada.

En fin... se trata de una buena idea y de un portal necesario, pero que, por el momento, tiene varias fallas importantes que a mi juicio justificaban que no sea aún lanzado. En todo caso, ahí está y seguramente será mejorado para convertirse en la herramienta útil que pretenden sus creadores que sea, con el mismo rigor y solvencia en el que hemos sido formados quienes estudiamos filosofía en esta universidad.

1 comentario:

  1. Muy sesuda crítica, Arturo. Dando en el talón de Aquiles de 'El talón de Aquiles'. Se rescata el hecho de que hayan tenido la iniciativa de ofrecer un portal de recursos de enseñanza-aprendizaje de la filosofía: y de hecho valen tus críticas para matizar un poco esa satisfacción desmedida y acrítica por la aparición de este portal, cuando se lo acepta sin más. Yo anduve también revisando la página y concuerdo en las críticas, sobre todo en las omisiones de los presocráticos y del pensamiento oriental.

    Por otro lado, queda para el debate la cuestión de la actualidad de la filosofía, en el marco del cual este 'Talón' debe encontrarse en el estado de la cuestión, y no manteniendo prejuicios obsoletos. La actualidad... como diría un profesor: "¿Qué es lo que eventualmente eso puede significar?"

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